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¿Castellano, Inglés o Esperanto?

3 de Enero de 2012 // Mundanal Ruido #8

¿Castellano, Inglés o Esperanto?

Hace apenas unos años era impensable que un grupo argentino de heavy metal, cantando en inglés, fuera tomado en serio. Hoy basta echar una mirada al panorama local para darse cuenta de que más de un proyecto consolidado y hasta medianamente exitoso de los que asomaron presenta sus letras en inglés sin el menor escrúpulo. // publicado por: César Fuentes Rodríguez

El dilema no resulta nuevo ni exclusivo de la Argentina, se da también en otros países de habla castellana, como la propia España, sólo que aquí ha sido más resistido y en cierto modo demonizado.

Tiempo atrás cambiaba ideas con un queridísimo colega que sostiene que “un grupo de rock argentino que canta en inglés es un conjunto de gente vaga que no quiere trabajar. Porque inglés chapurrea cualquiera. En cambio, hacer una buena canción con letra en castellano, y que esa letra suene bien, musical, y tenga sentido, no es algo que todos podamos hacer”. Realmente me sorprendió este concepto. ¿Es vago el que se toma el trabajo de aprender un idioma no materno a la perfección para hacer una letra? Y, ¿cómo puede ser que escribir una canción en castellano resulte más difícil para el hablante nativo que una letra en inglés? ¿Es que los hispanohablantes somos naturalmente imbéciles?

Por supuesto, hay que desechar de inmediato la noción de que los que optan por el inglés practican el mismo yeite que Roberto Quénedi, que canta “canciones en un inglés de mierda” o, mejor dicho, en una parodia de inglés del que no sabe inglés. El punto es que en estos tiempos de globalización ocurre lo mismo que ocurrió muchas veces antes. Durante siglos el latín fue un idioma universal, y los individuos cultos de los pueblos más dispares echaron mano de él para entenderse inmediatamente. Lo mismo ocurrió en extensas zonas del Oriente Próximo con el griego, y no vale la pena abundar con ejemplos. Escandalizados por esta aparente intrusión de lenguas universales como el francés, el inglés o el alemán por sobre las lenguas vernáculas, algunos delirantes de fines del siglo XIX inventaron idiomas artificiales como el esperanto metiendo en la licuadora montones de vocablos de diversos lenguajes y produciendo un verdadero adefesio que sirve menos para comunicarse que para satisfacer el ego de los dilettantes. Por cierto que si las bandas nacionales cantaran en inglés tan sólo por “chapurrear”, podrían utilizar el esperanto, el latín o una media lengua sin sentido como la de Los Pericos al principio de su carrera.

Arrecia el prejuicio, y por eso a veces se escuchan gansadas superlativas como la que supone que el castellano es un idioma más rico que el inglés, y por eso el inglés es más fácil de usar. Invariablemente, los que afirman esto no se han interiorizado debidamente sobre ninguno de los dos idiomas. Si tan sólo por números nos guiáramos, la más reciente edición del Diccionario De La Real Academia Española ofrece unas cien mil entradas, mientras que el Oxford británico registra un cuarto de millón. Cabe citar incluso la tendencia a la síntesis y la polisemia de la lengua de Shakespeare, pero aun cuando otros argumentos se pusiesen en juego, no se debe confundir economía de recursos con pobreza idiomática. Ciertamente, escribir una letra de rock en inglés tiende a resultar más sencillo por la propia naturaleza del inglés… y del rock. La inmensa mayoría de monosílabos y bisílabos en palabras claves, la versatilidad de las vocales y la ductilidad de las rimas se adaptan con naturalidad a los contrapuntos dinámicos del rock y sus relajados esquemas rítmicos. Ya que, con el mismo criterio, es más arduo componer una letra de tango o de salsa en inglés: el castellano se adapta mejor a ciertos ritmos que piden vocales nítidas, acentos claros y variedad polisilábica. Como suele ocurrir, es el idioma el que determina el género musical. Y entre el rock y el inglés hay un vínculo indisoluble, que es el origen.

En los albores del movimiento rockero en Argentina, los tangueros y folkloristas denigraron al rock tachándolo de foráneo. Cantar en castellano fue un modo de responder a esas críticas, aunque de poco sirvió, porque el rock siguió siendo foráneo para ellos, que preferían hasta la cumbia de Los Wawancó antes que prestarle oídos a un Pappo o a un Spinetta, aun en la época en que muchos rockeros habían experimentado ya con bandoneones e instrumentos folklóricos.

Para muchos, cantar en inglés constituye una opción con su propio valor estético. Si Sepultura o Angra lograron colarse en el mercado internacional al tiempo que satisfacían la pasión local, no hay motivo para que una banda argentina cantando en inglés no pueda hacer lo mismo. Sin embargo, las críticas arrecian por parte de los nacionalistas. Se dice que las bandas que cantan en castellano tienen más personalidad. Será en todo caso una personalidad regional, porque no faltan las que se limitan a copiar fórmulas antes que a realizar letras originales o con nueva expresión. Esto tiene que ver con el candado cultural que el under se autoimpuso en algún momento de los ochentas y que no siempre dio buenos frutos. La pregunta es... ¿vale más una pésima letra en nuestro idioma que una digna letra en inglés? ¿Le hacemos algún favor al castellano de esta manera?

El lenguaje depende no solamente de sí mismo como vehículo expresivo sino también del mensaje y la intención. Si la intención es ante todo estética, pueden servir otros idiomas (incluso el esperanto). En cuanto al mensaje, no hay ningún motivo para tener que expresar un pensamiento cualquiera con un matiz localista. Como toda frase hecha, lo de “pinta tu aldea y serás universal” se transforma en un recurso para no pensar. El arte como oficio se basa, ante todo, en un conjunto de elecciones personales. Condicionar esas elecciones es a menudo limitar el arte, impedirle crecer y desarrollarse.

La inspiración resulta siempre válida, la restricción no.

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